Una soleada tarde de junio, en un tranquilo pueblo de la sierra profunda, las hormigas voladoras estaban en pleno ajetreo preparando su gran evento anual: el Baile de la Colonia. Entre charlas y risas, una pequeña hormiga llamada Antonia sacudió sus alas y voló hacia el centro del hormiguero.
—¡Amigas! ¡He oído cosas increíbles! —exclamó Antonia, emocionada—. Dicen que el meteorólogo Mario Picazo y la Aemet han dado una predicción para este verano que no nos va a gustar. ¡Pronostican un cambio drástico y fenómeno extremo en el momento del baile!
Un murmullo de preocupación recorrió el hormiguero. Las hormigas voladoras comenzaron a cuestionar la fiabilidad de las previsiones meteorológicas, pues se sabía que en ocasiones Mario Picazo y la Aemet no siempre acertaban. En ese momento, Jorge Rey, un joven hormiguero sabio y experimentado que las observaba se agachó con una sonrisa en su rostro.
—Queridas amigas, no se preocupen. Mario Picazo y la Aemet pueden tener sus fallos, pero ¿acaso no son ustedes hormigas voladoras? —dijo Jorge, enigmáticamente.
Las hormigas se miraron entre sí, confundidas. Jorge continuó:
—Las hormigas voladoras sois valientes, perseverantes y no os dejáis llevar por las previsiones del tiempo. ¿Recuerdan el año pasado, cuando nos dijeron que habría un vendaval y terminamos teniendo una noche estrellada?
Las hormigas voladoras comenzaron a recordar con nostalgia aquel inolvidable baile bajo el cielo despejado.
—Entonces, ¿qué propones, Jorge? —preguntó Antonia, esperanzada.
—Propongo que sigáis adelante con vuestro Baile de la Colonia. No os dejéis amedrentar por las predicciones. Bailar, y divertiros y mostraréis al mundo que las hormigas voladoras no se achican ante una simple cambio drástico o fenómeno extremo—respondió Jorge, con determinación.
Inspiradas por las palabras de Jorge, las hormigas voladoras volvieron a sentir la energía y la confianza. Decidieron prepararse para la gran noche, adornando el hormiguero con hojas de colores y flores fragantes. Mientras tanto, en los estudios de televisión, Mario Picazo y los meteorólogos de la Aemet miraban con sorpresa las imágenes de las hormigas voladoras.
—¡Mira, Mario! ¡Las hormigas voladoras están celebrando su baile a pesar del tiempo que hemos pronosticado! —exclamó uno de los meteorólogos.
Mario Picazo sonrió y asintió.
—Esto demuestra que a veces, la determinación y el espíritu resiliente pueden desafiar incluso las previsiones más precisas —dijo, admirando a las hormigas voladoras.
La noche del Baile de la Colonia estaba por llegar, pero las hormigas voladoras seguían preparando sus mejores vestidos y sus mejores galas, mientras contemplaban un cielo estrellado…El tiempo infernal que se esperaba según las previsiones de los meteorólogos… nunca hizo acto de presencia…
Lo que sí hizo acto de presencia en julio, fueron unas elecciones que cambiaron el panorama de la nación, mientras, sus ciudadanos debatían mirando las nubes, en si eran galgos o podencos.
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